“Esta mañana, por primera vez en el mundo, se ha registrado una vacuna contra el nuevo coronavirus”, anunció el presidente ruso, Vladimir Putin. “Sé que es bastante eficaz, que otorga una inmunidad duradera”, agregó.
El presidente aseguró que incluso una de sus hijas había sido vacunada con la denominada Sputnik V, en referencia al primer satélite que la entonces Unión Soviética puso en órbita.
El fondo soberano ruso que participa en el desarrollo de la vacuna aseguró que en septiembre empezará la producción industrial.
Una veintena de países extranjeros ya han encargado “más de 1.000 millones de dosis”, dijo el presidente del fondo Kirill Dmitriev, pese a que la fase III de los ensayos (la fase más importante con ensayos clínicos con grandes grupos de personas) empieza hoy.
A la Organización Mundial de la Salud (OMS) le faltó tiempo para instar a la prudencia y recordar que la “precalificación” y la homologación de una vacuna exige un procedimiento “riguroso”.
La precalificación exige un examen y la evaluación de todos los datos de seguridad y eficacia necesarios recabados durante los ensayos clínicos”, dijo el portavoz de la OMS, Tarik Jasarevic, antes de recordar que todas las vacunas candidatas pasarán por el mismo proceso.
El ministerio alemán de Salud también emitió sus dudas sobre la “calidad, la eficacia y la seguridad” de la vacuna rusa.
“No existen datos conocidos sobre la calidad, la eficacia y la seguridad de la vacuna rusa”, dijo una portavoz del ministerio, recordando que en la Unión Europea, la “primera de las prioridades es la seguridad de los pacientes”.
El experto francés François Balloux, de la University College de Londres, calificó la iniciativa de “decisión irresponsable e imprudente”.
Actualmente, hay cinco vacunas que han alcanzado la fase III, entre las que no se encuentra la rusa. Se trata de la que están desarrollando los laboratorios alemán BioNTech y estadounidense Pfizer, la que desarrolla la biotecnológica estadounidense Moderna, los dos proyectos de los laboratorios chinos Sinopharm y Sinovac, y el que realiza la Universidad de Oxford con la farmacéutica británica AstraZeneca.